La violencia exige medidas proactivas de las escuelas
En la segunda jornada de la mañana, se sentaron en la mesa representantes de escuelas que ya llevan a cabo medidas desde el ámbito de la psicología para erradicar la violencia. Club Colegio Salgui y Patacona CF ofrecieron su perspectiva desde la experiencia vivida y presentaron los nuevos proyectos que van a poner en marcha a partir de la presente temporada, con el objetivo de inspirar al resto para ser proactivos en el desarrollo de medidas internas.
Los ponentes coincidieron en la poca efectividad de las tradicionales charlas y escuelas de padres y animaron a desarrollar medidas prácticas, pese a la mayor dificultad que suponen. En la inauguración del Congreso, Vicente Muñoz, presidente de la FFCV, agradecía esta “complicada tarea” que desarrollan algunos clubes valencianos por iniciativa propia: “Es digno de elogio lo que se hace en algunas escuelas ya, deseo que logremos trasladar esta involucración a todos los clubes”.
En primer lugar, tomó la palabra Ximo García Lluch, psicólogo del Colegio Salgui, que expuso su proyecto de educación emocional para la presente temporada. “Emociones como la ansiedad y la ira juegan un papel fundamental en el deporte, hay que saber gestionarlas”, afirmaba tajante, y argumentaba: “Los padres, entrenadores y jugadores deben trabajar de forma simultanea y en la misma dirección, hay que formar a los adultos en emociones para que puedan trasmitirla a los niños”.
Por eso, García Lluch ha implantado en su club unos cuadernillos prácticos y proactivos para jugadores y para técnicos y padres. “Con ellos, los niños tendrán tareas para equilibrar sus emociones y los adultos, tareas para coordinarse con el jugador y recomendaciones sobre inteligencia emocional para poder ayudar al niño”. La única “pega” que observa el psicólogo es que estos cuadernillos “necesitan padres y entrenadores implicados y habilidosos en el terreno emocional”.
En representación del Patacona CF, Salvador Pons, el presidente del club, expuso su visión de la violencia: “Violencia somos todos. El mayor grueso está entre los aficionados, pero también en los jugadores, padres, técnicos, directivos y árbitros”. La iniciativa del Patacona, también rechazando el formato de la tradicional charla, pasa por cuatro puntos clave: formar a todos los miembros del club en la tolerancia cero, detectar y expulsar a los miembros conflictivos del club, portar un logo antiviolencia en las equipaciones con el lema ‘Queremos jugar. No violencia’ y la colaboración con el Protocolo Stop Violencia (PSV) de la FFCV.
Precisamente sobre ese protocolo PSV discurrió Marcelino Ferri, el psicólogo que ideó esta medida y que la presentó ante la Federación para solicitar su colaboración. Desde la institución, se recibió su propuesta y se perfeccionó hasta conseguir ponerla a punto, para que en la presente temporada se aplique en la Superliga Alevín, “y si va bien, el año que viene se implantará en todas las categorías de fútbol 8”, según adelanta Ferri. Este Protocolo consiste en crear un carnet, “similar al carnet por puntos de conducir”, para sancionar a aquellos que generen violencia en los campos y colaborar con los clubes: “No queremos crear fricciones con los clubes, ni cargarlos con sanciones, sino ayudarles a limpiar de violentos sus gradas, por eso las sanciones recaerán sobre los padres, no sobre los clubes”, explicó Ferri. Aunque esta temporada la iniciativa federativa será en ‘papel y boli’, se pretende digitalizar el sistema si resulta exitosa.
Autor: Prensa FFCV
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Buen ritmo de inscripciones para el Congreso ‘Stop Violencia’
Ritmo exponencial en las inscripciones para el II Congreso de Fútbol Base que organiza la Federación de Fútbol de la Comunidad Valenciana y que este año, bajo el lema ‘Stop Violencia’, se centrará en establecer las medidas necesarias para erradicar la violencia en el fútbol de formación. A falta de casi tres semanas –se celebrará el día 13 de octubre-, ya hay más de 50 clubes inscritos.
La mayoría de clubes que han confirmado asistencia hasta el momento proceden de la provincia de Valencia, aunque desde Alicante el ritmo de inscripciones ha iniciado una dinámica creciente. También es destacable el número de escuelas femeninas que asistirán al Congreso, pese a que la violencia es una realidad que de momento no atormenta a las categorías femeninas. “Los padres de las chicas viven los partidos con menos alteración y menos nervios”, explicaba desde su experiencia Jesús Cañizares, presidente del Sporting Plaza de Argel, y argumentaba que se debe a que “el grado de competitividad que los padres exigen a los chicos es mucho mayor. Todos quieren que sus hijos sean el próximo Messi, y con las chicas no se tiene esa aspiración”.
El objetivo de la Federación es tratar de erradicar el problema antes de que aparezca o antes de que se torne imparable. Por eso, mediante este congreso se pretende aunar a clubes, jugadores y padres en la batalla contra la violencia en el fútbol base. Con esta finalidad, no solo tendrán voz los responsables de las escuelas asistentes, que podrán exponer públicamente sus ideas y sugerencias para contribuir a confeccionar el plan de medidas definitivo que se implantará desde la Federación en todas las competiciones para eliminar la violencia del juego. También se contarán con voces autorizadas del mundo de la psicología y la sociología. Y es que, como exponía el psicólogo deportivo Ximo García Lluch -que será uno de los ponentes del Congreso-, los niños “son los receptores de las frustraciones, manías, obsesiones e intereses de los adultos, tanto de los padres como de los directivos y entrenadores”. La violencia surge “cuando los niños reciben un doble mensaje, el de sus técnicos y el de sus progenitores, que ven en sus hijos un negocio”. Por ello es tan importante que padres y clubes se den la mano, guiados por expertos en el análisis conductual: la educación de los niños es una responsabilidad compartida y erradicar la violencia también.
El plazo de inscripciones para el Congreso, que se celebrará el día 13 de octubre en la Universidad Politécnica de Valencia, concluirá el próximo 6 de octubre. Recuerde que puede inscribirse mediante el formulario online en la web de la Federación.
Autor: Prensa FFCV
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«Mi hijo será futbolista profesional»
Hoy sigo con la mirada a este padre que lleva de la mano a su hijo de 10 años de un campo de fútbol a otro, de un club a otro, en busca de categoría. El padre tiene un aire de comerse el mundo. Su mirada lo dice todo: lleva un portento en sus manos y está buscando un equipo con el nivel suficiente para su hijo porque donde está no se lo reconocen. Lo lleva de aquí para allá y ya se ve prácticamente rodeado de periodistas, de contratos multimillonarios, etc.
Este padre existe hoy en día en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestro club. Son padres muy especiales que no se dan cuenta de lo que están haciendo, del problema en el que se están metiendo. Reconozco que el niño es un buen jugador pero lo que el padre no se da cuenta es que como él hay doscientos mil. Sin embargo –amor de padre– piensa que su hijo es único, un fuera de serie, una potencia futbolística por descubrir. Según él, los entrenadores no saben apreciar la calidad que tiene su hijo y cuidado con el que se atreva a interrumpir la brillante carrera del chaval. Cuando hablas con el jugador, te das cuenta que es un niño y nada más. Con ilusión, con ganas de hacerlo muy bien, con sus cualidades y con sus defectos. Pero en cuanto empieza el entrenamiento, el entrenador se queda impactado. Cada minuto tiene al padre encima corrigiéndole, instigándole, abroncándole. El niño no sabe qué hacer y cada dos por tres está mirando a su papá para saber si está contento con su actuación o no. No arriesga porque se la juega. No quiere que su papá quede decepcionado. Después de lo que ha dicho delante suyo a los demás padres sobre él, no puede defraudarle.
La presión es tan alta que el niño queda completamente bloqueado. En realidad no es él el que está jugando. Son sus piernas las que golpean el balón pero, en el fondo, es su padre el que está entrenando, el que está jugando. Es un robot que hace lo que le dice su padre. ¿Qué estás buscando con esta actuación? ¿Crees que tu hijo rinde más gracias a tus consejos? Pues estás muy equivocado. Tu hijo no crece sino que decrece. Posiblemente tiene un gran potencial pero si no le dejas en paz, todo esto puede perderse sin posibilidad de recuperarlo. Un día se cansará de todo y lo dejará. Lamentablemente es algo que estoy viendo con frecuencia en el fútbol formación y me da mucha pena cuando ocurre. Ojalá este artículo sirva para que un solo padre cambie de actitud. Déjalo con la libertad necesaria para que crezca libre, sin tus bloqueos continuos. No seas egoísta y déjale que disfrute como el quiere hacerlo.
Termina el entrenamiento y se acerca el entrenador para comentarme que este jugador demuestra talento pero es una pena el padre que tiene. Prefiere tener en el equipo un jugador con menos talento para poder evitar un padre así en el equipo. ¿Te das cuenta de lo que estás consiguiendo con esta actitud? Te estás cargando la posibilidad de que tu hijo sea bien aceptado en un buen equipo. Solo porque te empeñas en dirigirlo. No eres entrenador, simplemente eres su padre. Cuando consigas ser simplemente su padre, las cosas cambiarán en tu hijo. De repente, en poco tiempo, esas barreras quedarán liberadas y todo el talento de tu hijo quedará al descubierto y será feliz jugando al fútbol.
De vez en cuando, me encuentro a padres que han sido deportistas de élite. Son pocos pero los hay. Me llama la atención su forma de pensar sobre el hijo. Parece ser que la experiencia deportiva que han tenido les da un fuerte sentido común que les lleva a actuar con una total coherencia. Aunque saben mucho sobre deporte, se mantienen muy separados del niño para que pueda disfrutar. Respetan mucho las decisiones de los entrenadores y se limitan a ser padres. No les aprietan y saben lo duro que es todo esto. No quieren caer en el error que quizá cometieron sus propios padres…
De vez en cuando aparecen en la Fundación Marcet padres que vienen muy decepcionados de otros clubes. Siempre es la misma historia: no están contentos con el trabajo que allí se realiza y no han comprendido a su hijo. En la mayor parte de los casos, lo que ha ocurrido es que el niño ha empezado a jugar menos en el equipo y el padre se ha cansado de esto porque piensa que no valoran el talento de su hijo. Y, a partir de ahí, parece que en el club donde estaba todo lo hacen mal. En el mundo del deporte colectivo, hay un momento en que el entrenador debe tomar decisiones importantes con respecto a los jugadores que tiene. Los que más le rindan son los que va a utilizar durante la competición porque el fútbol es un deporte en el que se enfrentan varios equipos en una competición con la idea de ganar partidos. Es lógico que se vaya haciendo una selección y que al final quedan los que más rinden.
Quiero decir con esto que no podemos evitar que la base del fútbol sea amplia y que en el camino se va estrechando llegando muy pocos a la punta de la pirámide. Esos pocos que quedan son los jugadores de élite que juegan al fútbol en las máximas categorías del fútbol base actual. Solo lo pueden hacer los mejores y son muy pocos comparados con los que practican este deporte.
El problema está en determinar quiénes son los mejores. Los entrenadores son los que lo deciden y los que forman estos equipos para enfrentarse contra lo mejor de las ligas de élite del país. Sin embargo, algunos padres, al no ser aceptados entre este grupo de élite, en lugar de aceptar la situación real de su hijo, lo llevan de la mano a uno y a otro equipo para intentar colocarlo como sea dentro de este fútbol de élite.
Cuando un padre acude a la Fundación Marcet para ofrecer a su hijo en la máxima categoría, inmediatamente le aclaramos que si viene a buscar categoría, no hace falta que haga la prueba porque no aceptamos condiciones. El niño estará en la categoría que se merezca y se lo tendrá que ganar él con su trabajo y su talento. Si lo acepta, bienvenido a la Fundación Marcet y si no lo acepta, que son la mayoría, entonces no nos interesa que esté con nosotros.
Es una gran satisfacción escuchar con bastante frecuencia a padres que vienen con su hijo simplemente con la idea de que el niño aprenda y se divierta. Son padres con mucha más coherencia y que al final consiguen que su hijo disfrute jugando al fútbol y que domine en serio los secretos de la técnica.
Normalmente los niños que buscan categoría y no la tienen, lo pasan mal porque no están jugando en el nivel que les corresponde y al final se cansan porque no pueden con ello. Además, lo que suele ocurrir es que el entrenador cuente poco con él y no juegue lo que uno desearía jugar.
Fito es un jugador que acaba de llegar. Lo conocemos perfectamente porque estuvo en un curso de verano con nosotros. Tiene buen nivel pero durante todo el primer trimestre no ha podido entrenar con nosotros. Empieza el primer entrenamiento y lo vemos falto de ritmo. Le decimos al padre que todavía no está para jugar en el primer equipo. El padre insiste que debe estar en el A porque viene de un equipo de primer nivel. Le convencemos que debe ser poco a poco, que tiene que ser él mismo el que tiene que demostrar dónde puede estar y el entrenador que no es tonto, lo colocará en el A por méritos propios y no porque un padre insista.
Paco es un jugador que está en el A. Muy trabajador, muy buena persona… Pero el nivel del equipo cada año va subiendo más y él se ha quedado un poco atrás. Le cuesta mucho mantener el nivel de exigencia que se pide en la categoría ya que el equipo, poco a poco, ha ido subiendo. Este año el entrenador ha decidido que se quede en el B. Es una decisión difícil por la antigüedad del jugador en la institución pero ha de hacerse porque es ley de vida. En el A deben estar los mejores y esto es algo que va cambiando con el tiempo porque no todos tienen el mismo desarrollo físico, técnico, táctico y psicológico.Paco se ha quedado un poco estancado
La reacción de los padres es, en este caso negativa. Mientras las cosas iban bien y el niño jugaba, la institución era algo maravilloso. Pero, cuando el niño cambió de categoría, los padres no lo aceptaron pensando que era una injusticia por parte del entrenador. Siempre es el entrenador el que recibe y no siempre es justo que esto pase así.
Pero los años pasan inexorablemente y es justamente el tiempo el que me da la razón. Acabo de fijar la mirada en un chico que, tras jugar su partido, sale sonriente del vestuario. Los padres no aceptaron en su momento la decisión de apartarle del primer equipo. Ahora juega en el B y, con el tiempo, tanto los padres como él mismo, se han dado cuenta de que quizá no será Messi pero que nadie le va a quitar los buenos momentos que está pasando con el fútbol y con sus amigos.
Autor: Javier Marcet
- Publicado en Más que Fútbol