De niños a hombres
No hay un solo verano que no reciba la noticia de que un joven jugador, de algún equipo de pueblo o barrio, ficha por un club, el cual milita en la élite del fútbol; y con ella, la incógnita para los padres del niño.
Llevarlo a entrenar, cada tarde, a 25 km de distancia de su casa, el salto cualitativo de la formación, la falta de tiempo para los estudios, la apuesta personal de los padres…
Está claro que el cambio es muy significativo; pasan de jugar con sus amigos de toda la vida a compartir vestuario y sesiones de entreno y partidos con chicos que no conocen, en principio; un entrenador que, probablemente, no te tratará con el mismo cariño que lo hacia el anterior dada las directrices desde la cúpula del club de ganar por encima de todo –no olvidemos que los clubes profesionales no se hipotecan por nadie–, unas instalaciones que minimizan los errores y agudiza la falta de talento y una urgencia innegociable de rendimiento inmediato.
Tener en preaviso a tu hijo es fundamental y para ello necesitas hacer de psicólogo.
En su nuevo club se encontrará con jugadores, como mínimo, de su misma destreza y la competitividad por un puesto crece por día. En muchos casos la presión añadida “del escudo”, hace mella en los jóvenes que ven el nuevo reto como algo fuera de su alcance y la decepción llega antes de tiempo causando un agravio en otras actividades como los estudios, la familia o los amigos.
Es fundamental prepararlos para ese posible desencanto; el fútbol no es un tren que pase una sola vez, sobre todo en edades tan tempranas, sino que pronto pasará otro al cual podríamos subirnos si estamos capacitados.
No se puede negar que pasar de un club amateur a otro profesional empieza a darnos la idea de que esto puede ir en serio, pero no podemos olvidar que continúan siendo niños; que el porcentaje de éxito sigue siendo mínimo –según estudios realizados, solo el 4% de los jugadores de cantera, de un club profesional de primera división, llegan a ser jugadores profesionales; y digo profesionales a nivel mundial y no del primer equipo–.
Por esta razón, debemos seguir con el trabajo pedagógico para que, en caso de fiasco, la herida sea muy pequeña y pueda ser curada para estar preparados, cuanto antes, ante una segunda oportunidad.
No quiero terminar sin recordar a los padres que el que está en ese club profesional no son ellos sino sus hijos.
No traten de vivir las vidas que quisieron a través de sus hijos porque, por mucho que duela, su hijo tiene una vida propia que vivir y no le corresponde hacer un ejercicio de retrospectiva para que sean lo que ustedes no consiguieron llegar a ser.
Dejen que se diviertan, que disfruten y que vean con sus propios ojos la primera lección de competitividad real de la vida.
Y eso sí, disfruten del partido.
Autor: Manuel Asián
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El fútbol necesita ser educado
Un fútbol limpio se construye a partir de un fútbol educado. Esto es responsabilidad de todos. El comportamiento agresivo en el fútbol está alcanzando una incidencia considerable como para plantear soluciones que lo reduzcan, pudiendo hacerlo un instrumento educativo, necesario para dotar a los niños y adolescentes de comportamientos adecuados al desarrollo de sus vivencias. El comportamiento violento también se aprende, transmitiéndose rápidamente, creando un círculo vicioso de comportamientos inadecuados entre las distintas generaciones. Necesitamos el compromiso de los formadores para desarrollar acciones dirigidas a fomentar el fútbol educativo, en equipos de niños. Existen multitud de retos a los que se enfrenta el fútbol para convertirlo en el deporte más educado. El camino es largo, para poder ver los cambios hacen falta años. Los comportamientos violentos, protestas, violación de reglas de juego, y la búsqueda de la victoria a cualquier precio, experimentan retrocesos en el rendimiento de la formación del niño. En cambio, el buen juego, el respeto y el juego limpio llevan al joven a divertirse y entretenerse de manera notable. Este modelo deportivo-educativo se basa además en el principio de que los valores aprendidos en el fútbol pueden ser transferidos a cualquier momento de la vida.
Los principales agentes educativos deportivos, padres y entrenadores, federaciones, clubes, dirigentes, árbitros y, sobre todo, medios de comunicación, afectarán la educación infantil, más o menos de calidad, con la experiencia, formación deportiva y orientación en valores hacia esos jóvenes futbolistas, con intervenciones relacionadas con el juego limpio, en las diferentes competiciones. Estos protagonistas del fútbol establecen una gran influencia psicológica y social que conforma el interés del niño por el fútbol incluyendo actitudes y valores que ayudan en el comportamiento tanto familiar como deportivo, teniendo la posibilidad de facilitar o dificultar su formación personal. Charlas de concienciación, encuentros grupales, acciones que lleven a la meditación y la orientación podrían ser algunos medios a utilizar por instituciones y profesionales del fútbol para guiar a niños, familiares y entrenadores a alcanzar los objetivos educativos. Los entrenadores deben planificar entrenamientos y tareas en función de los objetivos de enseñanza, diseñar sesiones con rutinas diarias que permitan el contacto personal de los alumnos con la toma de conciencia de los valores y niveles de responsabilidad, el desarrollo de normas aplicadas a la competición, reuniones de grupo para valorar los progresos y limitaciones personales, la autorreflexión y la transferencia de esos valores a otras situaciones y contextos extradeportivos son algunas de las tareas que podemos entrenar con nuestros alumnos para que jueguen con educación.
El papel de los protagonistas
Está muy instaurado el uso del castigo y la crítica para eliminar conductas no deseables en deportistas, y a veces funciona; pero también hay que destacar que el uso habitual del castigo lleva al niño a presentar miedo al fracaso, que conlleva una disminución del rendimiento, antipatía y rencor entre el formador y sus alumnos. Con lo cual, la alternativa más recomendable para evitar estos efectos negativos es la utilización del refuerzo positivo como método habitual. Los entrenadores que basan sus estrategias de modificación de conducta en el refuerzo positivo, consiguen que sus jugadores se lleven mejor, disfruten más de su experiencia deportiva, haya mejor ambiente entre jugadores y entrenador, y una mayor cohesión de grupo. Debemos plantear, inicialmente, los diferentes aspectos positivos y negativos que conlleva la práctica deportiva, buscando que perciban que el fútbol fomenta más aspectos positivos (salud, socialización, educación, ocio, trabajo en equipo, valoración del esfuerzo…) que negativos (lesiones, violencia, fanatismo…). Los entrenadores, en nuestras tareas, debemos dedicar un espacio importante para hablar de la figura del árbitro, donde se reflexione acerca de la importancia de respetarles. Los entrenadores debemos regular la importancia de la victoria, y enfatizar el mérito de lograr objetivos personales que sean realistas para los futbolistas, buscando el equilibrio entre aprendizaje, juego y competición.
Tratemos de mentalizar a los padres de la enorme influencia que tienen sobre sus hijos, tanto a nivel personal como deportivo, y la importancia que sus comportamientos adquieren en las futuras conductas emitidas por los adolescentes. Es importante crear, en nuestras tareas, la necesidad de fomentar en los jóvenes conductas de respeto como ejemplo deportivo.
En cualquier competición la tarea de los árbitros es hacer respetar el reglamento. El árbitro durante el transcurso de la competición tiene una gran responsabilidad y, por tanto, debe esforzarse al máximo por tener un buen conocimiento del reglamento y aplicarlo con imparcialidad. Sería deseable que los jueces tuvieran buenas habilidades de comunicación con los jugadores y técnicos, actuando tanto dentro como fuera del terreno de juego como un modelo de deportividad, llevando a cabo una tarea de pedagogía deportiva, explicando el reglamento, en lugar de limitarse a administrar sanciones.
El deber de las organizaciones es, sobre todo, planificar competiciones para niños en ambientes saludables, definiendo claramente los comportamientos deportivos según normas de buenas prácticas, asegurándonos que se cumplen. Las competiciones deportivas organizadas para los jóvenes deben ser escuelas de juego limpio, pudiendo modificar reglas y normas en función del nivel de habilidades deportivas y desarrollo de los niños. Otro aspecto a tener en cuenta por parte de instituciones y organizaciones sería garantizar una mejor formación para los dirigentes, árbitros y técnicos con la adecuada política de prevención deportiva en el fútbol base.
El fútbol se difunde por los medios de comunicación. La información deportiva, en ocasiones tiene mayor relevancia mediática que la política, reflejando el mayor interés de la sociedad española por el fútbol que por otras noticias. Si educamos en valores diferentes a la importancia del partido del domingo, podremos construir una nueva realidad a través del discurso de los medios. Sólo se considera real lo sucedido en ellos. Un jugador sólo es buen jugador si los medios afirman eso y si no, nunca lo será. La función principal de los medios en torno al fútbol debe ser la construcción de una realidad futbolística, si es educativa mejor.
Un compromiso de todos
El compromiso de actuación de buen comportamiento es un acuerdo de colaboración de todos los agentes implicados en el fútbol, que pretende la prevención de actitudes agresivas y violentas, así como la promoción del fútbol educativo. Este “contrato” de colaboración, es un plan para modificar conductas, en el que los protagonistas se comprometen a realizar conductas y comportamientos apropiados. El compromiso que deben firmar los deportistas refleja como objetivo principal, que los entrenadores o responsables deportivos de los equipos, realicen una serie de acciones para la prevención de incidentes agresivos y violentos. Los entrenadores y responsables de los equipos implicados, se deben comprometer a llevar a cabo una serie de actuaciones: trabajo de los entrenadores con sus jugadores dirigido a la prevención de incidentes violentos, promoción del juego limpio y pautas de conducta a seguir; tareas de solución de situaciones violentas en jugadores; reuniones con los padres de los jugadores con pautas de conducta a seguir. Por otro lado, las instituciones deben comprometerse a mejorar la deportividad de los partidos, reunirse con los árbitros designados para este partido con el propósito de que les informen de todo este proceso así como de todas aquellas cuestiones que consideren oportunas para favorecer la mejor actuación arbitral posible.
El fútbol es una exposición de actitudes positivas y negativas del que aficionados y protagonistas participan, ya sea como jugadores, entrenadores, directivos o como simples espectadores. Participan de una ceremonia organizada hacia unos colores, que vista desde lejos, resulta descabellada y a veces negativa. Huyamos de “traficantes” de la mala educación, de los hooligans de la grada, que utilizan el grito y el insulto como medio para comunicarse. Alejémonos de entrenadores que no utilizan la educación como método de entrenamiento, o de clubes donde su máxima sea la clasificación, la victoria y el resultado en el marcador. Busquemos competiciones donde el niño sea feliz jugando, sin la presión de encasillarlos en buenos y malos, reivindiquemos y alertemos a las organizaciones y estamentos, que si no reaccionan, pueden convertir el fútbol, en vez de en un aliado para la educación del niño, en un enemigo. Usando el fútbol como ejemplo educativo nos ayudará a captar la atención del niño, aprovechando la fuerza y la pasión que despierta en él.
Los niños no son los que quieren ganar como sea. Somos los adultos los que actuamos así, porque dependemos de unos factores externos, como pueden ser los medios de comunicación y el fútbol profesional, que exigen resultados inmediatos. Y esto es lo que hay que cambiar. Hay que concebir el fútbol como una parte muy importante de la educación integral del niño, de tal forma que así tenga una influencia educativa elevada.
El fútbol puede ser, cuando es debidamente tratado, un vehículo idóneo para la formación de niños y adolescentes, mucho más con jóvenes agresivos y problemáticos. Recuerda que, la mayoría de los niños oirán lo que decimos, algunos incluso dirán lo que decimos, pero todos los niños harán lo que hagamos.
Autor: Pedro Meseguer Díez (Técnico Deportivo Superior y Entrenador Nacional Nivel III), autor del libro ‘El fútbol necesita ser educado’.
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Carta a los padres del fútbol base
Mis padres nunca vinieron a verme jugar al fútbol. Formé parte del primer cadete del E-1 Valencia, que se destrozaba las rodillas en uno de los campos de tierra-piedra del Pont de Fusta y donde acabé jugando de lateral derecho a la fuerza porque el hijo del entrenador siempre era el delantero centro. Ni mis padres ni los de Leo Catalán, Genaro Fragueiro, Isaac o Vela aparecieron nunca por allí. Sólo acudía los de un chico al que llamábamos Pajarito y el de Esteve, un chaval al que el técnico le tomó algo de ojeriza. Un sábado, que un servidor salía de titular, el padre de Esteve cogió a su chico para llevárselo a casa. La razón era que su niño empezaba en el banquillo. Cogí mi camiseta con el 2, me la quité y se la di. Me salté el once del entrenador, me quedé en el banquillo, apacigüé a aquel ogro de padre y el chico jugó. Nunca metí un gol. Pero mi madre todavía recuerda la llamada a casa del presidente del equipo agradeciendo mi gesto. Creo que fue la única vez que mi madre se interesó por mis andanzas futboleras, que estaban hiladas por las tarjetas amarillas que recibía partido sí y partido también.
Hoy mi hijo juega al fútbol. En un benjamín del Juventud Chiva. El fútbol base vertebra la Comunitat. Por los polideportivos municipales, apoyados en las barras que rodean campos, hay decenas de padres. La mayoría son respetuosos. Bendecidos por el don de la deportividad. Por el respeto al rival. Gente normal que entiende que los que están sobre el verde son niños con el único objetivo de disfrutar. Pero hay una minoría ruidosa que viste el chándal de entrenador. Algunos dirigen al equipo con la cerveza en la mano. Otros premian los goles de sus hijos con euros. He visto a alguno saltar al terreno de juego a abrazar al niño tras machacar a un equipo rival 18-0. Ufanos de la machada. Gente que aspira a salir de pobres gracias a los goles de sus hijos. El fútbol base es un nido de pájaros en la cabeza. Un desahogo para muchos reprimidos. Que nutren su sinrazón de insultos sin caer en los menores. Con actitudes bárbaras. Afortunadamente es una minoría muy minoritaria entre el colectivo de padres, aunque suficiente para amargarte un sábado por la mañana.
En el E-1 Valencia jugaba con nosotros un chico argentino. Se llamaba Sevi. Como no podía tener ficha, disfrutaba de prestado. Un día, en el río, ante el Juventud Manisense, los padres de Esteve y Pajarito -sus hijos eran suplentes- comenzaron a chivarle al árbitro a gritos que el 9 jugaba con ficha falsa. Suspendió el partido y nos dejaron sin diversión. Un palo, aunque al final los que más avergonzados salieron el campo fueron sus propios hijos. Señores padres, dejen jugar a los niños.
Autor: Héctor Esteban
Publicado en ‘Las Provincias’
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Los niños resolverían la violencia en fútbol base en 5′
Escucharles hablar otorga perspectiva. Muchísima perspectiva. Joan, Mauro, Félix y Rubén. Cuatro chavales entre 13 y 15 años que, en apenas un par de intervenciones, hicieron pensar de lo lindo a los presentes durante la charla mantenida este viernes en el Congreso STOP Violencia de la FFCV.
Muchas veces los adultos diseccionamos, analizamos y desmenuzamos las causas de la violencia en el fútbol base hasta tal punto que ayudamos a convertirla en un problema todavía más complejo. Tiramos de psicología, sociología, teoría y cientos de herramientas para buscar el por qué. Y, en el fondo, casi nunca reparamos en lo obvio: que son ellos, los chavales, quienes la padecen. Y que, por lo tanto, son los mejor cualificados para entenderla y detenerla.
“¿Por qué a un jugador que pega a otro un puñetazo dentro de un campo ‘sólo’ se le sanciona, y si una persona golpea a otra en la calle acaba en la cárcel o en un reformatorio?” ¡Bang! La reflexión de Rubén recorrió el auditorio como un trueno. Es una buena pregunta, una magnífica pregunta, que en pleno debate sobre las causas y a las soluciones para la violencia ayuda a poner el foco, por ejemplo, en cómo se tipifican ciertos comportamientos dentro del marco penal en función del contexto donde se producen, aunque la agresión sea la misma.
Cuando el joven Mauro comenzó a explicar sus soluciones para erradicar la violencia del fútbol base, lo hizo con un lenguaje impropio a sus 14 años. Los niños, que nunca dejan de sorprendernos, son en ocasiones un elemento al que relegamos al mero papel de víctima de la violencia en el fútbol base, en lugar de otorgarle un rol preeminente a la hora de combatirlo. Son pequeños, pero no son tontos. Un futbolista de cualquier club convive a esas edades con presiones altísimas para su edad, y ello también ayuda a una más rápida maduración. No son tontos, así que no los tratemos con tal. Mauro volvió a reiterarlo: “El fútbol base es nuestro, es de los chavales que jugamos”.
¿Se puede tener más razón?
La respuesta es no. Es difícil tener más razón que un chaval que vive, palpita y siente el deporte base como suyo. Que hace sacrificios para practicarlo, que madura con rapidez gracias a él y que disfruta y pone en práctica unos valores enmarcados en el respeto, la competitividad sana y el ‘fair-play’. Independientemente de las (excelentes) reflexiones de Miguel Ángel Ayza Gámez (ex árbitro), Edu Serna (Atlético Sedaví), Francisco Javier Gil (Elda Industrial) y Paco Orts (Vinalesa FB), escuchar a los verdaderos protagonistas y víctimas de la violencia en el fútbol base fue sin duda el ‘highlight’ del Congreso.
Moderar la tertulia con la presencia de estos infantiles y cadetes fue una gozada. Ellos bajaron la pelota al césped, apuntaron a la escuadra y nos marcaron a todos un golazo al plantear las cuestiones con simplicidad, con franqueza y con total acierto. Son ellos los que, si estuviera en su mano, resolverían el problema en cinco minutos. Sin ninguna duda. Mientras llega ese momento, debemos esforzarnos en entregarles y enseñarles a emplear las herramientas adecuadas para hacerlo.
Autor: Paco Polit (EsportBase)
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La importancia de la metodología en el fútbol
En el fútbol hay cuatro aspectos que son la clave para una formación óptima del futbolista: el aspecto táctico, técnico, físico y psicológico. Todos tienen la misma importancia para el crecimiento del jugador, pero hace falta una buena metodología para que el futbolista pueda cognitivamente asimilar toda la información que se le propone a través de estos conceptos tan amplios.
En el fútbol inclusivo detectamos las necesidades de los futbolistas con diversidad funcional mediante análisis previos por parte de los entrenadores específicos. Consiste en tener información previa del alumno antes de comenzar los entrenamientos, y cuando ya esté en la actividad hay que observar cómo se desenvuelve en la misma. Muy importante la comunicación verbal, pero también la no verbal cuando estemos observando y analizando. Y cuando ya se haya hecho ese análisis previo nuestros entrenadores tienen que decidir dónde tiene que estar el futbolista, si en fútbol adaptado, fútbol inclusivo o en el convencional donde existe una competición con deportistas sin diversidad funcional.
En el Club de Fútbol Athletic Unión Catarroja nos adaptamos a los futbolistas y al grupo según las diferentes modalidades. En el fútbol adaptado e inclusivo nos centramos más en tecnificación, en el aspecto físico y en el psicológico. Mientras que en el fútbol convencional le damos también protagonismo al aspecto táctico y al modelo de juego, pero a nivel iniciación lo trabajamos también en el fútbol adaptado e inclusivo.
Para muchos chicos y chicas el fútbol es su pasión y es por ello que la motivación es un factor muy importante a desarrollar a través de la metodología. Hay que potenciar en todo momento la ilusión del futbolista por la práctica de su deporte favorito y así también mostrará mucho más interés por conocer y ampliar sus conocimientos.
El entrenador es clave y es el que ayuda en todo momento al futbolista a conseguir la felicidad practicando su deporte favorito. Y si la metodología que utiliza transmite valores tan importantes como la igualdad y la inclusión, generará también una reforma educativa con la cual nos ayudará a convertirnos en una sociedad mejor.
Texto: Jose Luis López Hernández (CF Athletic Unión Catarroja)
Imagen: Julio G. Milat
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«Mi hijo será futbolista profesional»
Hoy sigo con la mirada a este padre que lleva de la mano a su hijo de 10 años de un campo de fútbol a otro, de un club a otro, en busca de categoría. El padre tiene un aire de comerse el mundo. Su mirada lo dice todo: lleva un portento en sus manos y está buscando un equipo con el nivel suficiente para su hijo porque donde está no se lo reconocen. Lo lleva de aquí para allá y ya se ve prácticamente rodeado de periodistas, de contratos multimillonarios, etc.
La presión es tan alta que el niño queda completamente bloqueado. En realidad no es él el que está jugando. Son sus piernas las que golpean el balón pero, en el fondo, es su padre el que está entrenando, el que está jugando. Es un robot que hace lo que le dice su padre. ¿Qué estás buscando con esta actuación? ¿Crees que tu hijo rinde más gracias a tus consejos? Pues estás muy equivocado. Tu hijo no crece sino que decrece. Posiblemente tiene un gran potencial pero si no le dejas en paz, todo esto puede perderse sin posibilidad de recuperarlo. Un día se cansará de todo y lo dejará. Lamentablemente es algo que estoy viendo con frecuencia en el fútbol formación y me da mucha pena cuando ocurre. Ojalá este artículo sirva para que un solo padre cambie de actitud. Déjalo con la libertad necesaria para que crezca libre, sin tus bloqueos continuos. No seas egoísta y déjale que disfrute como el quiere hacerlo.
Termina el entrenamiento y se acerca el entrenador para comentarme que este jugador demuestra talento pero es una pena el padre que tiene. Prefiere tener en el equipo un jugador con menos talento para poder evitar un padre así en el equipo. ¿Te das cuenta de lo que estás consiguiendo con esta actitud? Te estás cargando la posibilidad de que tu hijo sea bien aceptado en un buen equipo. Solo porque te empeñas en dirigirlo. No eres entrenador, simplemente eres su padre. Cuando consigas ser simplemente su padre, las cosas cambiarán en tu hijo. De repente, en poco tiempo, esas barreras quedarán liberadas y todo el talento de tu hijo quedará al descubierto y será feliz jugando al fútbol.
De vez en cuando, me encuentro a padres que han sido deportistas de élite. Son pocos pero los hay. Me llama la atención su forma de pensar sobre el hijo. Parece ser que la experiencia deportiva que han tenido les da un fuerte sentido común que les lleva a actuar con una total coherencia. Aunque saben mucho sobre deporte, se mantienen muy separados del niño para que pueda disfrutar. Respetan mucho las decisiones de los entrenadores y se limitan a ser padres. No les aprietan y saben lo duro que es todo esto. No quieren caer en el error que quizá cometieron sus propios padres…
Quiero decir con esto que no podemos evitar que la base del fútbol sea amplia y que en el camino se va estrechando llegando muy pocos a la punta de la pirámide. Esos pocos que quedan son los jugadores de élite que juegan al fútbol en las máximas categorías del fútbol base actual. Solo lo pueden hacer los mejores y son muy pocos comparados con los que practican este deporte.
El problema está en determinar quiénes son los mejores. Los entrenadores son los que lo deciden y los que forman estos equipos para enfrentarse contra lo mejor de las ligas de élite del país. Sin embargo, algunos padres, al no ser aceptados entre este grupo de élite, en lugar de aceptar la situación real de su hijo, lo llevan de la mano a uno y a otro equipo para intentar colocarlo como sea dentro de este fútbol de élite.
Cuando un padre acude a la Fundación Marcet para ofrecer a su hijo en la máxima categoría, inmediatamente le aclaramos que si viene a buscar categoría, no hace falta que haga la prueba porque no aceptamos condiciones. El niño estará en la categoría que se merezca y se lo tendrá que ganar él con su trabajo y su talento. Si lo acepta, bienvenido a la Fundación Marcet y si no lo acepta, que son la mayoría, entonces no nos interesa que esté con nosotros.
Es una gran satisfacción escuchar con bastante frecuencia a padres que vienen con su hijo simplemente con la idea de que el niño aprenda y se divierta. Son padres con mucha más coherencia y que al final consiguen que su hijo disfrute jugando al fútbol y que domine en serio los secretos de la técnica.
Normalmente los niños que buscan categoría y no la tienen, lo pasan mal porque no están jugando en el nivel que les corresponde y al final se cansan porque no pueden con ello. Además, lo que suele ocurrir es que el entrenador cuente poco con él y no juegue lo que uno desearía jugar.
Fito es un jugador que acaba de llegar. Lo conocemos perfectamente porque estuvo en un curso de verano con nosotros. Tiene buen nivel pero durante todo el primer trimestre no ha podido entrenar con nosotros. Empieza el primer entrenamiento y lo vemos falto de ritmo. Le decimos al padre que todavía no está para jugar en el primer equipo. El padre insiste que debe estar en el A porque viene de un equipo de primer nivel. Le convencemos que debe ser poco a poco, que tiene que ser él mismo el que tiene que demostrar dónde puede estar y el entrenador que no es tonto, lo colocará en el A por méritos propios y no porque un padre insista.
La reacción de los padres es, en este caso negativa. Mientras las cosas iban bien y el niño jugaba, la institución era algo maravilloso. Pero, cuando el niño cambió de categoría, los padres no lo aceptaron pensando que era una injusticia por parte del entrenador. Siempre es el entrenador el que recibe y no siempre es justo que esto pase así.
Pero los años pasan inexorablemente y es justamente el tiempo el que me da la razón. Acabo de fijar la mirada en un chico que, tras jugar su partido, sale sonriente del vestuario. Los padres no aceptaron en su momento la decisión de apartarle del primer equipo. Ahora juega en el B y, con el tiempo, tanto los padres como él mismo, se han dado cuenta de que quizá no será Messi pero que nadie le va a quitar los buenos momentos que está pasando con el fútbol y con sus amigos.
Autor: Javier Marcet
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Las cinco diferencias entre grupo y equipo
A la hora de trabajar conjuntamente mano a mano con otras personas, las dinámicas que se establecen entre los trabajadores marcan las diferencias. Aunque dediquemos el mismo tiempo, los mismos recursos materiales y un personal con un nivel de formación suficiente, el hecho de trabajar de uno u otro modo con esos ingredientes hace que se produzca más o menos.
1. Visión individualista y visión colectivista
Los grupos son, fundamentalmente, conjuntos de personas que comparten un espacio, un lugar, y que muestran un cierto grado de tolerancia entre ellos, lo cual hace que pueda ser algo estable.
En el contexto de las empresas y de las organizaciones, un grupo, además, es una pieza funcional de un sistema de personas que produce algo, ya sea con finalidades comerciales o no. Sin embargo, que se realice una función útil no significa que el grupo tenga un objetivo compartido. En vez de eso, cada persona tiene su objetivo.
Dicho de otro modo, este tipo de asociación se rige por el individualismo: personas llegan a un acuerdo para llegar a una meta que ya se habían fijado a priori de manera individual.
El equipo, en cambio, se mueve por el colectivismo, la noción de que hay experiencias que solo pueden ser vividas uniéndonos y conectando con otros y de que ciertas metas son fundamentalmente de carácter colectivo. Por ejemplo, la protección del medio ambiente no es un objetivo al que se pueda llegar objetivamente, y del mismo modo una tarea creativa en la que deban trabajar varios artistas, tampoco.
2. Espíritu proactivo o pasividad
Los equipos se adaptan en tiempo real a los imprevistos, ya que todas las personas que los componen van a una. Si surge una necesidad diferente a las que venían definiendo el trabajo, por ejemplo, no es necesario convencer a los demás de que se adapten a esta nueva circunstancia; en todo caso, se informa y se busca conjuntamente nuevas propuestas. Enlos grupos, en cambio, la mentalidad lleva a una actitud definida por la pasividad. Por eso, por ejemplo, si aparecen cambios imprevistos hay que volver a negociar con los individuos que lo forman, dado que se pueden atener a la idea de que no tienen por qué hacer nada más de lo que venían haciendo con anterioridad.
3. Agilidad comunicativa o verticalidad
En los grupos, los flujos de comunicación acostumbran a ser verticales, dado que se limitan a las relaciones de jerarquía precisadas en el organigrama; simplemente, no es obligatorio establecer otras rutas por las que circule la información.
En los equipos, en cambio, la comunicación también fluye mucho de manera informal, aunque esas rutas comunicativas no aparezcan en el organigrama.
4. Flexibilidad y rigidez
En los grupos, en cambio, la rigidez de las normas es utilizada no por su utilidad, sino como excusa para no enfrentarse a nuevas situaciones ni tener que trabajar más durante la fase de adaptación a las situaciones cambiantes que van saliendo a nuestro paso. Dicho de otro modo, se asumen las normas como un dogma, algo que debe ser seguido para evitar complicaciones, aunque esto, paradójicamente, pueda llevar a que ciertos problemas causados por la falta de adaptación al cambio se cronifiquen y generen molestias totalmente evitables.
5. Potencial ante oportunidad o ceguera a ella
Los equipos son siempre mucho más hábiles a la hora de detectar oportunidades ocultas, dado que la comunicación fluye y no se penaliza la propuesta de ideas que “rompan los esquemas”. En los grupos, en cambio, la simple idea de virar la dirección de lo que se venía haciendo causa rechazo, y se necesita una muy buena excusa para algo tan simple como proponer nuevas estrategias o intereses grupales. Esto hace que, aunque se intuya una oportunidad, nunca se vaya más allá de esta fase, y ni se valore esa posibilidad ni, por supuesto, se emprendan nuevas misiones. En muchas ocasiones la persona a la que se le ha ocurrido la idea ni siquiera la comunica a algún compañero de trabajo.
Autor: Arturo Torres (Psicología y Mente)
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El dilema de ‘fichar’ antes que formar
Un deporte con más de un siglo de historia sigue siendo el principal foco de atención de la gran mayoría de la sociedad. Es difícil encontrar un rincón en España donde se desconozca la existencia del fútbol.
Mueve fronteras allá por donde va, lo cual se ve reflejado en muchos chavales, que ven a sus ídolos por la televisión y quieren ser como ellos. Por esa razón deciden imitarles, ya sea en el estilo de juego, la vestimenta, el peinado o cualquier aspecto que tenga relación con su futbolista favorito.
Cuanto antes nos demos cuenta de que lo más importante en el fútbol base es que los jugadores disfruten haciendo lo que más les gusta daremos un gran paso al frente en la formación de los jóvenes. Hace unos días me contaba un técnico: “El entrenador que lleva el equipo de benjamines de primer año quiere tener un equipo competitivo y ha apartado a tres jugadores por no ser ‘tan buenos’. Lógicamente se lo van a dejar antes que jugar en otro equipo donde no estén sus amigos”. La triste realidad que se vive en muchos lugares.
En numerosos clubes se mantiene la constante de ‘fichar’ antes que formar. Preferimos traer jugadores nuevos a confiar en los que siempre han estado en la casa. Y no hablo de clubes cuyo primer equipo compite en Primera División o Segunda ‘A’, sino de clubes más humildes. Deberíamos pararnos a pensar si de verdad merece la pena formar equipos más competitivos para realzar las figuras de nuestros clubes, en lugar de preocuparnos en disfruten los que ya forman parte de él.
Precisamente Andrés Iniesta afirmó en una entrevista a ‘El País Semanal’ que dejó de ser niño a los doce años para formar parte de La Masía. “A veces la cosecha se precipita… No es algo que solo me haya ocurrido a mí. Otros pasan por algo parecido en circunstancias más duras”, contaba el manchego. Él tuvo la buena suerte de crecer en el mundo del fútbol pero su adolescencia nunca será igual que la de otro chaval, tuvo que renunciar a ello, como Amadeus Mozart renunció a su infancia para convertirse en un genio de la música. Ambos lo consiguieron, pero ¿cuántos más han hecho ese sacrificio y no conocemos su nombre?
Tenemos que situarnos en la piel de esos chavales que ahora militan en equipos de fútbol base y pensar… ¿cuántos llegan a vivir del fútbol? Si sacrificamos su infancia porque queremos crecer como entrenadores estamos cometiendo un grave error. Los niños tienen que disfrutar haciendo lo que más les gusta. Apartarles de sus amigos puede suponer que terminen por dejar de jugar al fútbol, un deporte que es su pasión. Puede que a los doce años no hayan despuntado pero quizás lo terminen haciendo en cadetes o juveniles. Hay ocasiones en las que es más importarte asegurarse una buena base con jugadores fieles al club que conseguir formar un ‘equipazo’.
La prisa por despuntar no es conveniente. No hay que obsesionarse con ninguna meta, siempre hay que luchar por ellas, pero no todas dependen únicamente de ti. Encontramos muchos factores externos, como la confianza de otras personas en tus capacidades, las inoportunas lesiones…
Lucha por tus sueños pero no obligues a otros a luchar por los tuyos, es decir, deja que cada uno sea feliz haciendo lo que más le gusta. No te lleves a jugadores de un club a otro para que vean los buenos resultados que obtienes al reunir mucho talento. Sé capaz de ayudar a crecer a los jugadores que llegaron desde pequeños y no han dejado de creer en tu club.
Autor: Luis Crespo
Publicado en Esportbase
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Hidratación en el fútbol
El fútbol es un deporte mixto, aeróbico y anaeróbico, pues combina sprints de alta intensidad dentro de un contexto de resistencia, ya que debe aguantarse todo el partido sin que las habilidades técnicas disminuyan, por lo que debe prestarse especial atención tanto a la nutrición como a la hidratación en el fútbol.
¿Es más complicada la hidratación en el fútbol respecto a otros deportes? Dentro del fútbol existe la problemática de no poder hidratarse cuando el deportista lo necesita, sólo durante el descanso o acercándose a la banda en situaciones excepcionales (como puede ser una lesión de un jugador o un gol). Por ello, se debe realizar una estrategia de hidratación que permita mantener un estado óptimo durante todo el partido:
Antes del partido
Es de vital importancia comenzar el partido en un estado correcto de hidratación, como se ha señalado antes, sólo existe la posibilidad segura de reponer líquidos en el descanso, y eso supone esperar 45 minutos. Además, el estado de hidratación previo puede marcar el rendimiento final. Para ello se debe asegurar un consumo de 500-750 ml entre 2-3 horas antes de que empiece el partido. La ingesta debe realizarse en pequeños sorbos para no provocar pesadez en el estómago. Una buena manera para los futbolistas de saber si su estado de hidratación es correcto es comprobar el color de la orina, si ésta es clara se encuentran en un estado correcto, mientras que si es oscura deben de aumentar ligeramente la ingesta de líquidos. Además, se puede añadir una toma 15 minutos antes de que empiece el partido por si ha habido una pérdida de líquidos por sudor en el calentamiento. Esta ingesta debe ser escasa e ingerida en pequeños sorbos.
Durante el partido
El descanso, como se menciona anteriormente, es la única posibilidad durante los partidos de hidratación en el fútbol. Además de agua, las bebidas deportivas con una concentración de 6-8% de hidratos de carbono son adecuadas para conseguir el objetivo de hidratación en el fútbol y además ayudar a la recuperación de los depósitos de glucógeno. La temperatura ideal de los líquidos debe oscilar entre 15-21ºC. Bebidas más frías pueden dificultar la absorción y bebidas más calientes pueden no ser apetecibles, lo que disminuiría su consumo. Esta ingesta no debe ser excesiva para evitar molestias estomacales, ya que es tan malo jugar deshidratado como sobrehidratado.
Después del partido
Uno de los objetivos es recuperar lo antes posible el peso perdido durante la actividad físico-deportiva. Para ello se recomienda ingerir un 150-200% de la pérdida de peso (mínimo: 1’5 litro/kg peso perdido) en las primeras 6 horas post-ejercicio (para equilibrar las pérdidas por sudor y orina) con aporte de sodio entre 1-1’5g/L. Esto se puede conseguir aportando bebidas hipertónicas (aquellas con un contenido en sodio superior a las isotónicas) que además contienen una concentración de hidratos de carbono que ayudarán a la recuperación muscular. Otra buena alternativa para la hidratación en el fútbol consiste en ingerir agua junto con alimentos que contengan una cantidad de sal adecuada.
CONCLUSIONES
Autor: Nutrición y cocina
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El respeto por los árbitros
Cada vez es más común ver casos de violencia en los campos de fútbol base y regional, un lugar donde los protagonistas deberían ser los jugadores, en muchos casos niños, y su alegría jugando al deporte que ama. Sin embargo, y por desgracia, ya a nadie le extraña ver a padres faltando el respeto a los árbitros o incluso a los padres del equipo contrario.
Hay que recordar que al igual que estos jugadores de fútbol se encuentran en periodo de aprendizaje, la mayoría de los árbitros que se pueden encontrar en las competiciones de fútbol base y regional también están en proceso de aprendizaje, por lo que el fallo forma parte de este periodo en el que se encuentran.
Por lo tanto, tanto los padres y entrenadores han de fomentar el respeto al árbitro, siendo un modelo positivo para los jugadores e hijos. Aprender y aceptar los errores de los demás no sólo es una lección importante que ofrece el fútbol, sino que muchas veces se podrán aplicar a otras situaciones de la vida.
Autor: Juan Mas
Publicado en MundoSilbato
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