Miles de partidos de deporte de base y especialmente de fútbol en categorías tempranas se juegan en los campos de nuestro entorno. Allí, niños y niñas hacen algo que les debería favorecer en su desarrollo físico, psicológico, social….: jugar. Juegan al fútbol, baloncesto, balonmano, rugby, tenis, atletismo, hockey, fútbol sala, patinaje… y adultos que están alrededor de esas personas que necesitan del juego para desarrollarse. Y que además, el entorno deportivo permite hacer amigos, enfrentarse a situaciones diferentes, plantearse retos, pertenecer a un equipo… múltiples escenarios potenciales para que, además de experimentar el juego, los más jóvenes pueden desarrollar valores como la diversión, compromiso, respeto, equipo, tolerancia, creatividad… Y eso hace que el deporte, a edades tempranas, sea una magnífica oportunidad de desarrollo social, psicológico, deportivo, personal, físico…
Y las oportunidades se aprovechan o no.El deporte genera experiencias de diferente tipo. Están aquellas en las que el niño o la niña percibe que se ha divertido, que ha aprendido cosas nuevas, ha hecho amigos, donde sus padres le acompañan y le apoyan, se siente competente y, cuando acaba de jugar, percibe que lo “ha dado todo” esforzándose por algo que le gusta. Y sale contento.
También están aquellas en las que niños y niñas se sienten presionados por ganar o perder. Por padres que les “pegan la chapa” momento tras momento para que hagan lo que se “debe” hacer. Padres, entrenadores, entorno… que meten presión para que se gane, rinda o yo qué sé. Y el niño o niña sale…
Y están además los padres y madres preocupados porque igual su hijo o hija el año que viene no estará en ese u otro equipo, en lugar de aprovechar ese momento que es único, pase lo que pase. O aquellos entrenadores que sólo piensan en ganar (da igual la edad) sin tener en cuenta las necesidades de esas personas que necesitan jugar y desarrollarse.
Y todo eso genera experiencias en los jóvenes deportistas. Experiencias que se meten “a la saca” y que muchas veces recordarán durante toda su vida. Una vez una niña o un niño vive una situación emocionalmente impactante, ya es “suya”, se la queda para siempre. La recordará toda su vida.
¿Qué tipo de experiencias les generamos a nuestros jóvenes deportistas? Como entrenadores, madres, padres, dirigentes, árbitros… ¿qué recuerdos estamos generando que les favorecerán (o todo lo contrario) su desarrollo deportivo y personal? ¿qué experiencias les metemos “en la saca” de estos jóvenes deportistas que recordarán siempre?Depende de nosotros, los que estamos alrededor del deporte de base, que los más jóvenes tengan buenas experiencias que les ayudarán en su desarrollo deportivo y también personal. Muchas (buenas, malas o regulares) las recordarán siempre. ¿Somos capaces de generar este tipo de experiencias beneficiosas que se “meterán en la saca”?… Vorem.
Autor: David Peris Delcampo
Psicólogo Experto en Psicología del Deporte
Presidente Associació de Psicologia de l’Esport de la Comunitat Valenciana (APECVA)
Vicepresidente Federación Española de Psicología del Deporte
Publicado en Esportbase