El deporte, por definición, es competición en sentido estricto. Ésta comienza contra uno mismo pues hemos de ponernos a prueba a nosotros mismos y superar nuestros límites con esfuerzo, perseverancia y trabajo duro.
En ocasiones unimos nuestro esfuerzo al de otros, y así formamos un equipo. En realidad, un equipo no es más que un grupo determinado de personas que trabajan juntos, suman sus esfuerzos personales y, como resultado, se participa aportando cada uno sus mejores cualidades al conjunto. En el Fútbol es así. Un equipo «compite» con otro, no «contra» otro. Y además se necesita un deportista más, el árbitro, figura sin la cual no se podría jugar al fútbol. El deporte base en general y el fútbol base en particular debe servir para formar personas, aportarles valores que puedan aplicar a su vida diaria, que les ayude a crecer como personas. Si un niño entrena varios días a la semana bajo condiciones climáticas de frío, lluvia, nieve o calor, y esto le supone, sin duda, esfuerzo, sacrificio, respeto al equipo, al entrenador, a sus colores, a sus compañeros… esto mismo le debe servir para mejorar en sus estudios, en sus relaciones con sus iguales, con sus profesores, etcétera, y por tanto debe servir para mejorar en su responsabilidad como estudiante, hijo, hermano, amigo, alumno…
El Fútbol Base debe servir para enseñar a controlar las emociones, a gestionar los impulsos. Cuando se hace creer al niño que es un «crack», que es el mejor y que llegará a lo más alto y que todo lo demás no importa, entonces estamos haciendo un flaco favor al muchacho, y estamos creando un ser fustrado que jamás asumirá sus propias responsabilidades y que siempre culpará a los demás de sus fracasos.
El deporte a veces implica contacto, y esto supone dolor, lesiones, tarjetas… También discrepamos de las actuaciones arbitrales, de las decisiones. Si desde las gradas o los banquillos, en lugar de animar a los nuestros, gritamos desaforadamente, insultamos al rival o dirigimos nuestra fustración hacia el árbitro, estamos creando «la tormenta perfecta». Cuando no somos capaces de entender que el deporte base es una fase más en la etapa formativa de nuestros hijos, o de nuestros pupilos, entonces estamos haciendo un flaco favor a nuestros muchachos.
¿Es eso lo que pretendemos?
Autor: Francisco Javier Gil Martínez, Secretario General del Elda Industrial CF