La historia del Campo Federativo de Picassent va ligada a dos nombres clave sin los cuales no se comprende buena parte del fútbol en esta localidad valenciana. Son los del presidente Miguel Monleón y el responsable federativo de la instalación, Ramiro Tronchoni.
«Cuarenta y dos años. Casi nada». Así define Tronchoni el tiempo que lleva al cargo y cuidado del Campo Federativo ‘Miguel Monleón’ de Picassent desde que el anterior presidente de la Federación de Fútbol de la Comunidad Valenciana le dotara de tal responsabilidad en 1973. «Don Miguel Monleón fue como un padre para mí. En aquella época yo me lesioné estando en el Ejército y el presidente de la Federación me ofreció la posibilidad de hacerme cargo del campo. Le dije que sí, y aquí sigo. El me puso, y moriré pensando en él». Fidelidad y responsabilidad, dos conceptos en desuso en nuestros días que nos retrotraen a otra época en la que los valores primaban sobre los intereses, tanto en el fútbol como en el resto de aspectos de la vida. «Este campo hay que cuidarlo, hay que conocerlo, hay que quererlo, porque este campo y su historia son muy grandes tanto para el pueblo de Picassent como para la Federación -afirma con cariño Ramiro-. Por aquí han pasado equipos de muchísima categoría como el Peñarol de Montevideo o el Atlético de Madrid, como el Levante o el Valencia cuando han estado de reformas en sus instalaciones de Paterna o Buñol, el Gimnástico durante cuatro temporadas y, evidentemente, el Picassent, que es el que ejerce como local».
Pero si algo destaca Tronchoni de todo el fútbol que han visto sus ojos es el nacimiento, auge y consolidación del fútbol femenino, del que el Campo ‘Miguel Monleón’ es sede de la Escuela de la FFCV y donde los diferentes combinados en categorías Alevín, Cadete y Juvenil llevan años entrenando: «Aquí se sienten como en casa. La evolución ha sido espectacular, sobre todo porque hace cuarenta años era impensable que las chicas jugaran al fútbol, pero con el tiempo y gracias a la figura de Emilio Zamora, que fue el gran impulsor del fútbol femenino valenciano y se desvivió por él, es una realidad imparable en la que cualquier simple entrenamiento de una Selección reúne a multitud familiares, aficionados y amigos en unas instalaciones adecuadas y que se encuentran a su servicio».
Esa misma evolución es la que, con el devenir del tiempo, ha experimentado también el propio Campo: «Esto empezó, como muchos, siendo un campo de tierra. Cuando el Picassent subió a Preferente en 1973 es cuando Miguel Monleón se interesó y nos ayudó a través de la Federación para que se pudiera plantar el césped, y desde entonces no ha habido ningún problema para disponer de cualquier cosa que este campo pudiera necesitar a lo largo de los años en su doble condición de campo federativo y sede de la Selección Femenina. Esto ha sido y es muy grande, y sólo puedo tener palabras de agradecimiento y de cariño a la Federación por haberme permitido vivirlo y disfrutarlo todos estos años».
«Yo me siento orgulloso del trabajo que realizo, primero gracias a Monleón pero después también con dirigentes como José Baixauli o Vicente Muñoz -comenta Ramiro casi con lágrimas en los ojos- que siempre han tenido palabras de ánimo conmigo y de satisfacciòn con el comportamiento y mantenimiento de este campo, cosa que me halaga. A mis 72 años, eso me llena más que si me tocara la lotería. Mi mujer siempre me echa en cara que, cuando acabamos algún trabajo de mantenimiento o limpieza o reforma, yo me siento un rato a contemplar el campo porque lo siento como si fuera uno más de mis hijos…». Así es Ramiro Tronchoni, historia viva de Picassent, un hombre que respira fútbol por todos y cada uno de sus poros y que simboliza a la perfección el espíritu de sacrificio y esfuerzo constante de la Federación por atender a las necesidades del fútbol regional.
Aurtor: Prensa FFCV